¿Qué es una placa de ateroma?

Seguro que alguna vez tienes oído hablar a tu médico sobre las placas de ateroma. Las placas de ateroma no son más que la mera acumulación de colesterol en la pared de los vasos sanguíneos, impidiendo que la sangre fluya con normalidad.

En nuestro cuerpo existen dos tipos de colesterol principales, que se diferencian en su densidad. Tenemos el HDL (colesterol bueno), que es el que se encarga de eliminar el exceso de lípidos en sangre llevándolos al hígado para que se desintegren y el LDL (colesterol malo), que es el que se va depositando en nuestros órganos. 

Cuando los niveles de LDL son elevados, este se va a ir acumulando en la pared interna de las arterias, ya que viaja a través de la sangre. Además, gran parte de los glóbulos blancos pertenecientes a nuestro sistema inmunitario también se van a adherir a la zona a modo de barrera de defensa, conviertiéndose en macrófagos. Los macrófagos, al no conseguir eliminar la acumulación excesiva de colesterol, se transforman en células espumosas. Esto, acaba generando como resultado la placa de ateroma, formada por los macrófagos muertos, el colesterol, los triglicéridos y los ácidos grasos.

Es muy peligrosos ya que si no se trata a tiempo, puede provocar un accidente cardiovascular, ya sea como consecuencia de la obstrucción total de la arteria o por la formación de un trombo (coágulo de sangre que permanece quieto, pero que puede moverse generando una embolia).

El exceso de colesterol LDL generalmente proviene de una vida sedentaria o de una dieta rica en grasas saturadas, por lo que, algunos consejos para prevenir la aterosclerosis son: 

- Tener una dieta equilibrada, prescindiendo de los ultraprocesados y los alimentos altamente grasos.

- Incluir produtos ricos en Omega 3 que ayudan a reducir el nivel de triglicéridos.

- Llevar un control regular del peso y las constantes vitales, pues eso nos permitirá estar más pendientes de las variaciones de nuestro cuerpo y ser conscientes de las consecuencias de nuestros actos.

- Realizar ejercicio físico diario, aunque solo sea en forma de paseos rutinario. Esto permite mejorar nuestra resistencia y nuestro estado de ánimo. Además, el ejercicio aumenta la elasticidad de las arterias, disminuyendo el riesgo de acumulación de colesterol.